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Andrés Mourenza

Andrés Mourenza es un periodista español que reside en Turquía desde el año 2005. Vivió unos años en Grecia, pero finalmente regresó a Turquía, donde trabaja como periodista para medios de comunicación como El País.

«Los nuevos votantes votan más a la oposición porque no han conocido otra cosa en su vida que Erdoğan, e incluso jóvenes conservadores están votando por otros partidos»

Entrevista realizada el 29/04/2024

Pregunta: ¿Consideras que Erdoğan está camino de convertirse en un dictador?

 

Respuesta: Bueno, es un debate interesante y yo creo que no exactamente. Porque Turquía es un sistema a medio camino entre una democracia liberal y una dictadura. Y la prueba de que no ha llegado a ser una dictadura es que el Gobierno todavía puede perder en las urnas. Por ejemplo, no ha llegado al nivel de Rusia, porque Rusia es algo más autoritaria, pero se queda por delante de Hungría en cuanto a poder del presidente, así que Turquía está en medio de ambos. Se trata de regímenes híbridos que han ido proliferando en los últimos años, en los que se concentra mucho el poder en la figura del gobierno del presidente, en este caso, en los cuales siguen existiendo elecciones, en los que la oposición no puede ganar o lo tiene muy difícil. Sin embargo, por otro lado, en la posibilidad de que pueda haber cambios como ha pasado en estas elecciones locales o en los anteriores, indica que no es del todo una dictadura. Entonces, estamos ahí en una cosa que no llega a ser una dictadura, pero que desde luego no es democracia liberal. 

 

 

P: ¿Cómo describirías la relación actual entre Turquía y la Unión Europea? 

 

R: Problemática, como poco. El pecado original es probablemente el de la Unión Europea. Cuando a finales del 2000 todavía Erdoğan apostaba por una mayor democratización de los poderes públicos, fue cuando Merkel, Sarkozy y otros gobernantes del centro derecha y derecha de Europa empezaron a hacer campaña de que no querían en la UE a un país musulmán. Obviamente esto enfrió mucho las relaciones, porque Turquía es un país muy orgulloso, muy nacionalista, y el hecho de que se le tratase así, pues obviamente contribuyó. También es verdad que eso coincidió con que la época en la que el partido de Erdoğan empezó a cimentar su poder, así que el hecho de democratizar igual ya no le rentaba tanto. Se calcula más o menos que fue en torno al 2007 o 2011 cuando se acabó el AKP democrático, liberal y conservador e inició el AKP con una postura cada vez más autoritaria y, por tanto, un distanciamiento mayor con la UE. He de decir que el nombramiento del nuevo ministro del Interior de Turquía, que es duro con la inmigración, con el crimen organizado y es más colaborativo, ha conseguido que Turquía y la UE se lleven mejor, porque Europa con el tema de la inmigración es dura, por ejemplo.

 

 

P: ¿Cuál es el estado actual de los derechos humanos y las libertades civiles en Turquía?

 

R: Pues están mal. Las cosas se pusieron realmente muy duras después del Golpe de Estado. Ahora digamos que afloja un poco la represión, parece como que respiras más, pero, efectivamente hay muchísimas restricciones, tanto a la libertad de expresión como a la de manifestación –solo pueden manifestarse gente pro-gobierno o cercana–. 

 

 

P: ¿Cómo ha sido el desempeño económico en Turquía los últimos años y cuáles son los desafíos económicos actuales?

 

R: Si lo retrotraemos a hace 22 años cuando el AKP llegó al poder, estaba en medio de una crisis económica muy dura. Entonces Erdoğan empieza a manejar una teoría hiper heterodoxa, probablemente falsa, que es que subir los tipos de interés crea inflación, pero la realidad es que normalmente se hace al revés: las ideas ortodoxas económicas hablan de que cuando hay inflación hay que subir los intereses. Entonces comenzó hace unos cuatro o cinco años, después de que en 2019 hubiera una crisis económica tremenda en la que la lira se hundió un montón, a contratar a gente súper ortodoxa para cortar la situación económica del país y a los seis meses los echaba y ponía al frente del Banco Central a otros señores y al cabo de seis meses o un año los volvía a echar, y así sucesivamente. No solo eso, también cambia continuamente al ministro de Economía, al jefe del Instituto de Estadísticas, etc. Entonces, Turquía está sumida en un problema de inflación brutal que ha dejado al Banco Central sin prácticamente reservas y, después de las últimas elecciones, han puesto a una administración económica financiera ultraortodoxa y ultraliberal para volver a recuperar la confianza del mercado. Esto ha implicado que se estén empezando a implantar medidas de austeridad económica, tales como dejar de subir el salario mínimo cada seis. Ahora mismo la inflación está en el 70%, las pensiones están por los suelos y la gente lo está empezando a pasar bastante mal, porque es que estamos con precios casi superiores a España con un salario mínimo de 500 € y pensiones de entre 200 y 300 €. 

 

 

P: ¿Crees que el laicismo de la República corre peligro con Erdoğan el Gobierno?

 

R: La respuesta corta es que sí, porque de hecho ya no existe ese laicismo. Pero a diferencia de Francia, por ejemplo, aquí no existe la separación Iglesia-Estado, ya que, desde el inicio de la República, los imanes son funcionarios del Estado, las mezquitas están bajo un control, ... Lo que ha pasado aquí es que utiliza ese sistema supuestamente laicista para controlar a los imanes y que no digan ninguna barbaridad. 

 

 

P: ¿Cómo afecta la situación de inestabilidad en Oriente Medio a Turquía y cuál es su postura y participación?

 

R: Depende del conflicto, pero bueno, obviamente la situación de inestabilidad en Oriente Medio afecta mucho a Turquía porque son países vecinos. Pues, por ejemplo, Turquía quiere hablar con el gobierno sirio, pero el gobierno sirio le dijo que hasta que no retire todas las tropas dentro de Siria no van a hablar. Turquía dice que no va a retirar sus tropas porque si no Siria va a masacrar a los millones de refugiados y desplazados. Sin embargo, con el resto de países Turquía ha moderado posturas, se ha reunido con las autoridades, por ejemplo, israelíes antes de la nueva invasión de Gaza, está recomponiendo las relaciones con Israel, con Egipto, con Emiratos, con Arabia Saudí, ...  Básicamente Erdoğan se quiere llevar bien con todos los países de Oriente Medio en la medida de lo posible.

 

 

P: Tras la gestión del terremoto del año pasado se creía que en las elecciones presidenciales de 2023 había alguna posibilidad de que Erdoğan perdiera. Sin embargo, no fue así. ¿Por qué a pesar de esta situación y de otras muchas, como por ejemplo la económica, sigue ganando las elecciones? 

 

R: Porque tiene un amplio control de la narrativa y es muy hábil, la oposición no fue nada hábil a la hora de nombrar un candidato. Con todo, Erdoğan estuvo a punto de perder, que ganó con un 52% frente a un 48% y en segunda vuelta, que es la vez que más cerca ha quedado de perder y ahora ha perdido las elecciones locales. Las elecciones presidenciales de 2023 fueron cuatro meses después del terremoto, la gente estaba todavía en estado de shock y, además, Erdoğan había prometido que iba a reconstruir todo rapidísimo, en un año aproximadamente. ¿Qué pasa? Pues que el partido de Erdoğan siempre gana en las provincias que quedaron afectadas por el terremoto, así que esas personas no iban a votar a la oposición. Sobre todo, es cosa de lo que decía al principio, tiene un control de la narrativa y de los medios de comunicación. Yo hice un artículo en el que creo que está bastante bien planteado en eso, que era tanques contra cebollas: la oposición hablaba de cebollas, hablaba de la inflación, pero el Gobierno hablaba de los tanques nuevos que habían presentado, los portaviones o coches eléctricos made in Turkey a todas horas. Y claro, como el 80% de los medios de comunicación están controlados por empresas cercanas al Gobierno, a la hora de hablar de la oposición, hablaban de líos o problemas que tenían, no hablaban de cebollas o de inflación. 

 

 

P: Como estábamos mencionando antes, el partido AKP en las últimas elecciones locales perdió muchísimas provincias y tampoco consiguió ni la alcaldía de Estambul ni la de Ankara. ¿Crees que esto puede ser un reflejo de lo que puede llegar a suceder en las elecciones presidenciales de 2028?

 

R: Puede serlo. Pero claro, también le había pasado en 2019 que en las elecciones locales avanzó mucho la oposición y luego no consiguió trasladarlo al ámbito nacional. Quedan cuatro años para las elecciones 2028, no sabemos qué puede pasar hasta entonces. Tampoco sabemos ni siquiera si se va a volver a presentar Erdoğan, porque en teoría ya no podría por ley, y tampoco sabemos cómo se va a presentar la oposición. La política se mueve muy rápidamente aquí en Turquía. Pero bueno, lo que ha sucedido en las elecciones locales es un avance, porque se ve que, por la propia evolución demográfica del país, que la gente más joven y la gente de las ciudades vota a la oposición y son las zonas más rurales y el voto exterior los que apoyan al AKP. Y eso pues digamos que es una tendencia: los nuevos votantes votan más a la oposición porque no han conocido otra cosa en su vida que Erdoğan, e incluso jóvenes conservadores están votando por otros partidos. 

 

 

P: ¿Qué supuso la entrada de Erdoğan en el Gobierno para el periodismo en Turquía?

 

R: Pues al principio nada malo. Cuando llegué a Turquía, a principios de los 2000, había una sana libertad de prensa. Era curioso, porque había muchos obstáculos para la prensa, pero eran más de reflejos del Estado, por ejemplo, en temas como la cuestión kurda o temas como investigar la corrupción dentro del Estado, del ejército, etcétera. En los 2000 la prensa turca era muy libre, de hecho, te diría que incluso había mucha más calidad en las televisiones de noticias que en España: tenías diversos canales de noticias con gente muy buena –muchos de los cuáles actualmente están en el exilio– y había muchos debates. Se empezaba a hablar del genocidio armenio, se empezaba a hablar de toda la cuestión kurda libremente, ... Ahora sigue estando el formato, pero los participantes son de una calidad ínfima: dicen básicamente lo mismo, dicen tonterías, teorías de conspiración, etc. Yo creo que la reelección de Erdoğan en 2011 y las protestas de Gezi de 2013 fueron el punto de inflexión. Ahí fue cuando se fueron implantando más estamentos reguladores, porque a medida que van ganando más y más, van metiendo en cintura la prensa: primero con multas, luego metiendo en la cárcel a los periodistas, etcétera. 

 

 

P: ¿Cómo ha afectado el clima político en Turquía al periodismo en el país?

 

R: Pues que ahora la calidad de los medios de comunicación es malísima. Turquía pasó de ser un país en el que daba gusto ver las telenoticias, en el que había 25 diarios nacionales desde la extrema izquierda a la extrema derecha, a tener programas de televisión pésimos, medios online sensacionalistas, ... Hay también una prensa opositora, lo que pasa es que no tienen dinero. Una de las claves de esto fue la compra del grupo Doğan, que era un conglomerado muy grande que tenía una agencia de noticias privada con corresponsales en todas las provincias. Yo me acuerdo de que a principios de los 2010, cuando iba a cualquier provincia en la que no había estado, quedaba con esta gente o los de las agencias y eran periodistas muy buenos, locales, que sabían lo que se movía, que les podías preguntar cualquier cosa, etcétera. ¿Qué pasa? Que esto quedó también bajo control de empresas proerdoğan, entonces ahora la prensa opositora –que en mayor medida son gente que está en Estambul y en Ankara– se dedica a reaccionar a las noticias que publica el Gobierno, es decir, hay muy poca investigación propia o intención de sacar noticias propias. También hay un par de canales muy vinculados a la oposición que ahora tienen más posibilidades porque les meten publicidad institucional a través de los ayuntamientos que controlan y eso les ha dado más dinero, pero tampoco tienen el dinero o los medios como para cubrir todo el país, así que es un periodismo más reactivo. 

 

 

P: ¿Cómo crees que los periodistas turcos pueden equilibrar la necesidad de informar objetivamente con los riesgos potenciales de informar sobre temas controvertidos o delicados?

 

R: Los periodistas turcos que se dedican a hacer eso son muy valientes, porque lo más probable es que los metan en prisión. También es verdad que ahora hay muchos menos periodistas en la cárcel, en los 2010 había alrededor de 100 y ahora hay 13 aproximadamente. Pero bueno, aun así, hay juicios constantes y es agotador, cansa mucho, sobre todo si tienes una familia y una situación económica como la que hay en Turquía. En cambio, la gente que trabaja para los medios gubernamentales, pues se lo están llevando todo. Por ejemplo, el medio TRT que acaba de sacar su versión en español, tendrá conectados en YouTube alrededor de 30 personas y están cobrando sueldos de seis cifras. Sin embargo, los periodistas que son más críticos porque consideran que es parte de su trabajo ya dan por hecho que eso puede hacer que terminen en la cárcel y lo aceptan. 

 

 

P: ¿Cómo crees que ve la comunidad internacional esta situación del periodismo en Turquía?

 

R: Bueno, últimamente no se habla mucho de eso. Únicamente en las instituciones internacionales de libertad de prensa, que siempre sacan sus alertas: que si van a juzgar a tal persona, que Turquía está muy mal en este caso, etc. Pero bueno, que este tema no está tanto en la agenda porque, además, como hay muchos conflictos, interesa colaborar con Turquía más que ponerse en su contra. 

 

 

P: ¿Has enfrentado algún desafío como periodista extranjero en Turquía, sabiendo la situación que se vive aquí con el periodismo?

 

R: Sí. Cuando yo llegué aquí, los periodistas extranjeros no tenían ningún problema. Ahora bien, con el paso de los años y la crisis económica, la xenofobia ha crecido muchísimo. También ha habido épocas cuando el discurso gubernamental era más contra los medios extranjeros, sobre todo a raíz del Golpe de Estado de 2018, que se insultaba a los periodistas extranjeros. Por eso digo que el entramado mediático que ha construido Erdoğan es muy importante, porque llega a afectar al trabajo del periodista: cuando él está hablando constantemente –da dos o tres discursos al día muchas veces– de que “la prensa extranjera son espías” o de que “nos tienen envidia”, pues eso afecta a la idea que tiene la población de los extranjeros. En cambio, cuando empieza a decir “colaboramos con nuestros amigos de la Unión Europea” o “España es nuestro gran amigo”, pues eso afecta mucho de manera positiva para nosotros. Como periodistas extranjeros tuvimos problemas sobre todo en 2016 y 2017, que hubo compañeros españoles a los que expulsaron y a los que le han prohibido la entrada, muchos tuvimos problemas con la tarjeta de prensa, etc. También, ahora que las relaciones entre Turquía y España son muy buenas a nivel económico o de gobierno, nosotros tenemos ventajas.  

 

 

P: ¿Qué medidas tomas para garantizar tu seguridad y libertad mientras realizas tu trabajo?

 

R: Hay otra cuestión aquí y es que la represión de los medios es muy arbitraria. Yo recuerdo un artículo por el que a un colega mío al que no le renovaron la tarjeta de prensa y se tuvo que ir, otra que era finlandesa-turca, a la que le abrieron un proceso y se tuvo que largar porque si no le van a meter en la cárcel y, en cambio, a mí y a otros compañeros que escribimos sobre lo mismo no nos pasó nada. ¿Qué medidas tomo yo para no tener problemas? Pues hacer mi trabajo honestamente ya está y no tiene más. También es verdad que se sabe muy bien cuáles pueden ser las líneas rojas, que serían, por ejemplo, el PKK –el grupo armado kurdo que es considerado un terrorista–. Para hablar de estos temas hay que intentar tener una cobertura más o menos honesta en la cual si van a por ti pues te puedas defender. 

 

 

P: ¿Has notado diferencias significativas entre trabajar como periodista extranjero en Turquía frente a, por ejemplo, Grecia?

 

R: Sí. Lo primero es que las fuentes del gobierno en Grecia hablan, en Turquía cuesta mucho. Pero bueno, en Grecia también la situación en los últimos años ha empeorado muchísimo. De hecho, yo he tenido problemas en Grecia, me detuvieron un par de veces, pero nada grave, aunque ahora, tras la crisis económica, han empezado a tener un control de los medios que lleva la vía de Turquía en cierto modo. De hecho, tengo compañeros con los que he trabajado que están en Grecia y que están deseando salir de allí porque el ambiente es un poco respirable. 

 

 

P: ¿Cómo consigues fuentes oficiales para redactar tus noticias o tus artículos siendo extranjero? 

 

R: A través de contactos sobre todo, pero también de portavoces, aunque estos últimos rara vez te dicen algo. Cuando les dices que eres periodista suelen decir "uy, no te vamos a decir nada, escríbenos un correo" y luego nunca contestan. Pero bueno, hay gente a la que conoces que tienen cierta confianza en ti y normalmente te dicen cosas. 

 

 

P: ¿Crees que tu identidad como persona extranjera te otorga cierta ventaja o desventaja en términos de libertad de expresión?

 

R: Sí, una cierta ventaja seguro. Es más, el ser español también, porque digamos que les importa menos ser criticados en español que en inglés, por el público que se va a alcanzar. Una diferencia muy importante entre un periodista turco y uno extranjero es que, si a mí ahora me detienen, lo máximo que me pueden hacer es echarme de país y a un periodista turco le metería en la cárcel.  ​​

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