Kurdistán es un territorio que se encuentra repartido en cinco países: Turquía, Irán, Irak, Siria y Armenia, y su población es el cuarto grupo étnico más grande de Oriente Medio
Kurdistán es la región de Medio Oriente que comprende el sudeste de Turquía, el sur de Armenia, el norte de Irak, el oeste de Irán y el nordeste de Siria. Este territorio es el escenario de uno de los conflictos que conmueven a la región y al mundo, y cuyas consecuencias trascienden las fronteras, afectando las relaciones de los países involucrados con otros Estados asiáticos, europeos, americanos y con la comunidad internacional a través de numerosos organismos internacionales.
Los kurdos, pueblo de origen indoeuropeo del grupo iranio con raíces medas, asirias y armenias, constituyen una de las mayores "minorías" sin Estado del mundo; aproximadamente entre 25 y 30 millones de personas, de las cuales 12 a 15 millones habitaran en Turquía –20% de la población total-, 5 millones en Irán –10% sobre la población del país-, 4 millones en Irak –un 25% del total iraquí- y el resto en Armenia, las regiones aledañas o en el exilio.
KURDISTÁN, UN PUEBLO QUE LUCHA POR SU RECONOCIMIENTO
La existencia del Kurdistán data del año 612 a.C aproximadamente y su historia siempre ha estado marcada por la conquista, ya que en sus inicios los Imperios Otomano, Árabe y Persa han tratado de invadir la región.
A principios del siglo XVIII, durante la guerra entre el Imperio Otomano y el Imperio Persa, los kurdos apoyaron a los otomanos porque les prometieron más autonomía, además de por razones religiosas. Ambos Imperios se disputaron por mucho tiempo el territorio kurdo hasta que, finalmente, Selim I –Imperio Otomano– venció al sha Ismail de Persia en 1514 y Kurdistán quedó bajo dominio Otomano.
Sin embargo, no fue hasta el final de la Primera Guerra Mundial (1918) que la región kurda sufrió mayores cambios, ya que el cese de este conflicto internacional supuso el fin de los grandes imperios europeos y el nacimiento de nuevos estados como Turquía, que surgió a raíz de la caída del Imperio Otomano en 1922, lo que dejó al territorio kurdo dividido en varios países. Esta creación de nuevos países alimentó el deseo de los kurdos de tener un Estado propio, pero el gobierno turco –que al principio había apoyado a los kurdos para conseguir su apoyo contra los persas– ahora no estaba dispuesto a ceder parte de su territorio y su soberanía.
Las zonas amarillas representan los lugares que pertenecerían a Kurdistán
En 1920, Gran Bretaña, Francia, Italia y el derrotado Imperio Otomano, firmaron el Tratado de Sèvres, que preveía una zona autónoma kurda al este del Éufrates que tras el plazo de un año podía convertirse en independiente. Este acuerdo produjo que el jefe militar Mustafa Kemal Atatürk desplazara al sultán Mohamed VI, signatario del acuerdo, y que negociara y firmara un nuevo tratado –llamado Tratado de Lausana– en 1923 que mantuvo el territorio kurdo escindido y fijó las fronteras de la Turquía moderna. Los aliados habían prometido a Kurdistán la autonomía a cambio de su ayuda durante la contienda y dicha promesa fue rápidamente olvidada, ya que se encontraron en la zona grandes fuentes de petróleo, así que a las potencias occidentales no les interesaba irse de allí. Los kurdos resultaron ser los peones en el juego de ajedrez geopolítico de la época.
LA OPRESIÓN KURDA EN TURQUÍA
A partir del Tratado de Lausana, el Gobierno republicano de Mustafa Kemal Atatürk promovió el elemento étnico turco como factor de cohesión entre los ciudadanos del nuevo país. Aunque la constitución de 1924 aclara que "turco" es cualquier ciudadano del país, independientemente de su idioma o religión, establece únicamente el turco como "idioma de Turquía".
La lucha de los kurdos residentes en Turquía por conseguir la independencia de su territorio provocó numerosas revueltas a lo largo del siglo XX. La primera de ellas fue en 1925, cuando el jeque Şeyh Said, un grupo de ex soldados otomanos también conocidos como Hamidies y dos subgrupos kurdos –los Zaza y los Kurmandjis–, dirigieron una rebelión llamada Revuelta de Said o Incidente de Genç para conseguir la independencia del territorio, pero esta fue aplastada por Turquía. Dos años después, en 1927, el partido kurdo nacionalista Joibun inició la revuelta de Ağrı, una región al este de Turquía, declaró la independencia de la República de Ararat y mantuvo control sobre una gran parte del Kurdistán turco antes de ser derrotado en 1930. Una última revuelta kurda fue la de la población Zaza de Dersim en 1937, la cual no tenía fines independentistas sino que se oponía al intento del Gobierno turco de acabar con las estructuras sociales, la lengua y las costumbres locales.
En 1978, un grupo de estudiantes kurdos marxistas-leninistas en Ankara, dirigidos por Abdullah Öcalan, formaron el clandestino Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK). En esta época, diferentes grupos, muchos de extrema derecha, asesinaban a millares de personas en Turquía por motivos políticos. Este partido, que tenía sus cuarteles generales establecidos en el exilio en Líbano y luego en Siria, se transformó en 1984 en una organización guerrillera y lanzó una amplia actividad armada en el sureste de Turquía. En respuesta, el Gobierno turco estableció un cuerpo de "guardas del pueblo" (korucular en turco), armando a campesinos kurdos teóricamente voluntarios, aunque a menudo obligados a portar armas, ya que quien se negara sería considerado simpatizante del PKK, por lo que la población se vio atrapada entre la espada y la pared.
En 1998, el líder del PKK, Abdullah Öcalan, fue expulsado de Siria y en 1999 fue secuestrado en Kenia en una operación de los servicios secretos turcos y estadounidenses, para posteriormente ser trasladado a Turquía y sentenciado primero a muerte y luego a cadena perpetua. Acto seguido, Öcalan pidió una tregua y la intensidad de la guerra en Kurdistán fue disminuyendo en los siguientes años.
En la actualidad, Turquía está inmersa en un proceso de paz con el PKK, marcado por un acuerdo en marzo de 2013 de cese del fuego, el que muchos esperan que represente el final de una lucha armada que comenzó en 1984 y ha causado más de 40.000 muertos. Abdullah Öcalan ya advirtió que si Turquía deja que Kobane caiga en manos de Estado Islámico, las conversaciones llegarán a su fin.
Otro impedimento para la convivencia en paz de kurdos y turcos en Turquía es el presidente de la República de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan. El líder de Turquía se ha posicionado abiertamente en contra de la población kurda y los ha atacado en varias ocasiones. El 9 de octubre de 2019, inició una serie de ataques hacia la población kurda ubicada al norte de Siria, refugiando sus ataques en la búsqueda por eliminar de la zona a las milicias kurdas y la creación una zona segura para desplazar a los sirios refugiados que viven en campos en Turquía.
El 13 de noviembre de 2022, una bomba estalló en la avenida Istiklal de Estambul, dejando seis fallecidos. El ministro de interior turco, Süleyman Soylu, declaró que la presunta autora del atentado era de origen kurdo, ya que los indicios de los que disponían apuntaban al PKK porque la presunta autora era natural de una región al norte de Siria controlada por las milicias del YPG (Unidades de Protección Popular), a las que pertenece el PKK. Antes de que limitaran el acceso a las redes sociales para evitar desinformación, estas ardían culpando a los kurdos de la situación, reflejando el rechazo de parte de la población turca a la minoría kurda.
Recientemente, Erdoğan acusó al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de perpetrar un genocidio contra la población palestina, declarando que "no es diferente a Hitler". No se trata de la primera vez que el mandatario turco ha comparado al líder del partido Likud con el dictador alemán, si bien es la primera vez que Netanyahu ha respondido de manera tan contundente a estas insinuaciones: "Erdoğan, que comete genocidio contra los kurdos, que ostenta un récord mundial de encarcelar a periodistas que se oponen a su Gobierno, es el último que puede darnos lecciones de moralidad", ha publicado Netanyahu en su perfil de la red social X (antes Twitter).
IRÁN, EL PAÍS MÁS CASTIGADOR
Al igual que en Turquía, los kurdos de Irán han luchado por su independencia desde la caída del Imperio Otomano y el transcurso de la historia kurdo-iraní ha sido muy similar a la turca.
En 1941 se produjo una gran revuelta que llevó a la creación de una administración autónoma dirigida desde la ciudad de Mahabad por el jurista Qazim Mohamed. Este suceso fue apoyado por la Unión Soviética, la cual también fomentaba un movimiento independentista azerí en el norte de Irán. Este movimiento independentista se fortaleció cuando el dirigente kurdo-iraquí Mustafa Barzani se exilió con sus milicias a Irán y creó un ejército al servicio de Qazim Mohamed en 1945, que ese mismo año fundó el Partido Democrático del Kurdistán Iraní (KDPI). Sin embargo, no fue hasta 1946 que se produjo el primer intento de independencia kurdo en Irán, cuando Qazim proclamó una república independiente, conocida como la República de Mahabad y ese mismo año las tropas soviéticas se retiraron; poco después, un contraataque de Teherán derrotó a las milicias kurdas y reintegró el territorio al estado iraní.
En 2004, miembros del PKK, la guerrilla kurda de Turquía, crearon el Pejak (o PJAK), una milicia de unos 1.500 miembros con el cuartel central en las montañas Qandil, en la frontera entre Irak e Irán. A partir de 2006, el Pejak llevó a cabo varios atentados con bombas y sobre todo ataques frecuentes contra patrullas militares y helicópteros iraníes cercanos a la frontera. En respuesta, el ejército iraní bombardeaba regularmente esta zona montañosa. Según algunos periodistas, el Pejak operaba con el beneplácito o incluso apoyo de Estados Unidos, que utilizaría esta milicia para presionar a Irán, y el apoyo de instructores israelíes. Washington negó toda implicación, pero los cuarteles centrales del Pejak se encuentran al norte de Suleimanía, en un territorio controlado por los peshmergas del PUK, los mejores aliados de Estados Unidos en Irak, y los milicianos del Pejak aseguraban a la prensa que servían a los intereses geoestratégicos de Washington. El estrecho vínculo entre el Pejak y el PKK –que tiene sus cuarteles centrales en la misma zona e incluso comparte las mismas infraestructuras– convertiría este vínculo en polémico porque el PKK es considerado terrorista por el gobierno estadounidense.
En noviembre de 2008, escasos días después de la victoria electoral de Barack Obama, el Pejak anunció que pondría fin a la lucha armada contra Irán y se enfrentaría con Turquía. No obstante, en abril de 2009 tuvo lugar un ataque a una comisaría iraní, en la que murieron 18 policías y 8 guerrilleros, así que Irán contraatacó una semana después, bombardeando una aldea kurda iraquí. En julio de 2011, Irán lanzó una amplia ofensiva contra el Pejak, sin suscitar críticas de la administración del Kurdistán iraquí, y en septiembre el Pejak anunció que había negociado una tregua, por lo que cesaba su actividad armada contra Irán.
Desde entonces, la población kurda ha sufrido una gran represión en Irán, siendo víctima de una repetida marginalización, a pesar de que representa alrededor del 10 % de la población iraní. Esto se ha traducido también en el exilio de miles de kurdo-iraníes, puesto que las actividades políticas de grupos contrarios a la República Islámica están completamente prohibidos y sus miembros expuestos a arresto, tortura o asesinato.
IRAK, EL MÁS ABIERTO CON LOS KURDOS
El norte de Irak es el principal lugar de acogida de grupos kurdos exiliados de Irán y Turquía, países que consideran sus actividades como terroristas, y cuyos conflictos han sido arrastrados más allá de sus fronteras.
Tras décadas de conflicto, persecución y masacres, los kurdoiraquíes gozan de libertades y derechos inexistentes para esta etnia en el resto de países. De hecho, la Constitución iraquí reconoce el Kurdistán como una región autónoma, determina que su capital es Erbil y capacita a su Parlamento regional para que apruebe leyes.
Los combatientes kurdoiraquíes, conocidos como Peshmerga, lideraron la campaña contra el Estado Islámico en el norte de Irak y fueron uno de los principales aliados de Estados Unidos, país con el que mantienen una estrecha relación bilateral.
Sin embargo, la fractura con Bagdad no se ha acabado de sanar, sobre todo por las relaciones entre el Kurdistán y Turquía, principal verdugo de los kurdos pero al que Erbil permite que mantenga una treintena de bases militares en su territorio. Ankara las utiliza en su lucha contra miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y recientemente ha iniciado una nueva campaña militar contra la guerrilla.
Por otra parte, los cuatro principales partidos kurdo-iraníes opositores al régimen de los ayatolás también tienen sus bases en el norte de Irak y las están atacando al considerar que estos grupos "terroristas" están organizando las protestas masivas que sacuden Irán.
Los bombardeos se han saldado ya con decenas de muertos y heridos desde finales de septiembre, mientras que los kurdo-iraníes acusan a Teherán de querer desviar la atención de las protestas con estos ataques.
LA PAZ DE LOS KURDOS EN SIRIA
Hasta la guerra civil de 2012-2013, las reivindicaciones kurdas en Siria raramente habían provocado conflictos sangrientos, a diferencia de lo que ocurre en Turquía, Irak o Irán. El uso del idioma kurdo en público no estaba perseguido durante el régimen de Hafez Asad y su hijo y sucesor Bashar Asad, pero sí la publicación de libros en kurdo.
La AANES, constituida en 2018, agrupa diversas áreas del norte y este de Siria arrebatadas al Estado Islámico durante las campañas para acabar con el "califato" y, si bien es una Administración liderada por kurdos, se basa en la convivencia de una miríada de grupos religiosos y etnias.
Como ocurre con Ankara y Teherán, el Gobierno central sirio se opone a las autoridades kurdas, aunque Damasco ha accedido a colaborar con ellas para hacer frente común a Turquía, valedora de la oposición siria y quien amenaza con lanzar una ofensiva contra áreas de la AANES.
Algunos componentes de la autoproclamada administración autónoma, principalmente las Unidades de Protección del Pueblo (YPG), que actúan como un órgano de seguridad en su territorio, son consideradas terroristas por el Ejecutivo turco, ya que las ve como una rama siria del PKK.
En los últimos años, Ankara ha logrado tomar varias áreas que estaban en manos de los kurdo-sirios en una serie de operaciones transfronterizas y se ha llegado a temer un inminente lanzamiento de una nueva ofensiva "antiterrorista" contra zonas controladas por esas fuerzas, tal y como ha amenazado.
LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA CONTINUARÁ
La tan deseada independencia trajo consigo el surgimiento de varios movimientos independentistas que lucharon por la creación de un Estado propio dentro de Turquía, Irán, Irak y Siria. Tras años de conflicto el resultado no es más que decenas de miles de muertos y de desplazados kurdos que todavía se encuentran en la búsqueda de un Estado independiente. Hoy son una gran comunidad unida por la raza, cultura e idioma, pero, pese a sus luchas, todavía no se consolidan como Kurdistán.
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