top of page

Reportaje publicado en

logo-LaVoz-trans.png

Turquía sobrevive con graves secuelas cinco meses después del terremoto

El pueblo turco intenta seguir con su vida pese a lo que perdió en el seísmo

12_edited.jpg

Dos mujeres caminan con dos niñas al lado de las ruinas de un edificio afectado por el terremoto | Clara Arias

Cuando sucede una catástrofe natural, el mundo entero se vuelca con los afectados. Se destinan ayudas económicas, medios para resolverlo y difusión internacional, pero todo esto desaparece pasados unos meses. El caso del terremoto Turquía no ha sido una excepción.

​

El 6 de febrero de 2023, un devastador seísmo de magnitud 7.8 sacudió el sur del país a las 4:17 de la madrugada seguido de otro, 9 horas más tarde, con una magnitud de 7.5. Esto no fue todo, ya que se han registrado más de 1.000 réplicas que terminaron de destruir todo. Más de 50.000 personas fallecieron, otras han perdido su casa o a familiares, y decenas de ciudades han quedado destruidas.

​

Las vidas de los que lograron sobrevivir han cambiado para siempre. Una de esas vidas es la de Meltem Zateri, una joven que vivía en la ciudad de Iskenderun, en la provincia de Hatay. Cuando su casa empezó a temblar de madrugada, se encontraba sola con su hermano. El resto de su familia estaba a una hora y cuarto de distancia, en la ciudad de Defne. Tras el temblor, Meltem trató de contactar con sus seres queridos por teléfono para asegurarse de que todos estaban bien, pero las conexiones telefónicas no estaban funcionando, por lo que decidió ir con su hermano en busca de sus familiares. Como muchas de las carreteras estaban destruidas, tardaron mucho en llegar y, cuando lo consiguieron, se encontraron con lo peor: la ciudad estaba totalmente destruida y sus familiares atrapados bajo los escombros. «La ayuda no llegó hasta el cuarto día. Mandaron camiones y nos proporcionaron asistencia sanitaria. Aun así, hasta pasada una semana no pudimos sacar a nuestros familiares que estaban bajo los escombros. Fue muy duro saber que ya no iban a estar más conmigo», subraya Meltem.

​

El paisaje de la provincia de Hatay pasó a convertirse en una montaña de escombros. Pocos edificios se mantuvieron en pie, así que mucha gente se fue al norte del país a vivir. Meltem aprovechó que su otro hermano estudiaba y vivía en EskiÅŸehir -al noroeste del país- para mudarse allí con él. Lleva 5 meses viviendo lejos de la ciudad que la vio crecer. Como ella, miles de turcos han tenido que dejarlo todo atrás para continuar su vida, sin poder olvidar todo lo que perdieron.

​

Para todos aquellos que no tuvieron la oportunidad de mudarse a otra ciudad de Turquía por falta de recursos económicos, el Gobierno de Turquía les proporcionó alojamiento en tiendas de campaña o contenedores. Las tiendas de campaña están ubicadas en campamentos donde se crea una gran comunidad de vecinos. Se le asigna una tienda de campaña con electricidad y colchones en el suelo a cada familia, y los baños y duchas son comunes para cada campamento. Sin embargo, los contenedores cuentan con otro tipo de privilegios. En cada contenedor viven cuatro personas, descansan en dos literas, tienen baño y cocina propios, además de tener un salón con televisión incluida.

​

Pero ¿cuál es el criterio del Gobierno de Turquía para asignarle una tienda de campaña o un contenedor a una familia? A los refugiados sirios, afganos o pakistaníes, y a los ciudadanos turcos que se posicionen públicamente en contra del Gobierno les asignan una tienda de campaña. En cambio, a los ciudadanos turcos que se han posicionado a favor de ErdoÄŸan, se les asigna un contenedor. Se prueban una vez más los tratos de favor hacia los que son partidarios del Gobierno de ErdoÄŸan cuando, en este caso, todos los afectados han pasado por la misma situación de desastre.

​

​

​

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SOLIDARIDAD POR BANDERA

​

No todo lo que rodea al seísmo ha sido malo, ya que se ha probado la solidaridad que miles de personas de todo el mundo han tenido con Turquía. Asociaciones de muchos países han instalado su tienda de campaña en Hatay para atender a pacientes heridos o para cocinar para los afectados.

 

Anadolu MutfaÄŸi (cocina de Anatolia) es una organización creada en la Universidad de Anadolu de EskiÅŸehir y ha instalado una cocina en la ciudad de Belen (Hatay). Los voluntarios de Anadolu MutfaÄŸi llevan la comida a los distintos campamentos de la zona, donde miles de niños esperan con ollas y platos para recibir a los voluntarios que les servirán comida. Una vez terminan de comer, los niños juegan con los voluntarios durante una hora hasta que la furgoneta de la asociación llega al campamento para recogerlos.

​

Muhammet Tekgezer prestó su ayuda para los afectados por el terremoto durante las semanas previas al inicio de su servicio militar: «Lo primero que voy a hacer al finalizar mi servicio militar va a ser volver a Hatay, definitivamente», comenta Muhammet. Ha estudiado educación infantil y le encantan los niños, el cóctel perfecto para ser voluntario en esta organización. «Los niños han tenido muy mala suerte, se puede ver en sus ojos las secuelas del terremoto. Incluso se asustan de algunos juguetes que les regalamos, como ambulancias, tractores o camiones» destaca Muhammet.

 

A parte de los niños, su pasión siempre ha sido la música, así que siempre intenta usarla para enseñarle cosas a los niños: «Hacemos que estos niños jueguen mucho con nosotros para que reconecten con la vida a través de la música y así hacerles felices y olvidar todo». «Al ver Antakya así de destruida tras el seísmo lloré, lloré muchísimo.

Se estima que los edificios se reconstruirán en 5 años, pero reconstruir la salud mental de la gente que ha sufrido pasará en 20 años», sentencia.

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SANIDAD

​

El actual director de la sanidad de la provincia de Hatay, Sıtkı Sönmez, estuvo bajo los escombros 41 horas junto a su familia en Antakya, Hatay. Cuando le encontraron pasadas 8 horas, pidió que salvaran a sus hijos primero, pero por desgracia, sus tres hijos fallecieron. Cuando rescataron a Sıtkı Sönmez, no fue capaz de quedarse en Antakya ver la ciudad así de destruida: «Era algo que no podía soportar. No podía parar de pensar en mis hijos, me tuve que marchar de Antakya», explica Sönmez. Durante un mes, estuvo muy pendiente de la evolución de su ciudad y su vocación por la medicina le hizo volver. «Para mí trabajar es una terapia. Tras haber perdido a mis hijos, al trabajar desconectaba de todo y así olvidaba mi dolor» apunta Sönmez.

​

Una gran problemática con la que se encontraron las ciudades afectadas es que, como los edificios, los hospitales también estaban en ruinas. En Antakya, actuaron en tiempo récord para poder atender a los cientos de heridos por el terremoto. «Lo primero que hicieron mis compañeros fue sacar todo el material sanitario posible que se encontraba dentro del hospital. A la vez, unidades del Estado trajeron tiendas de campaña y las montaron para poder atender ahí a los pacientes» comenta Sönmez. «En un par de horas organizaron todos los recursos humanos y se pusieron a atender a los pacientes lo antes posible», añade.

​

Cada vez que los médicos se despertaban por la mañana había más y más tiendas de campaña listas para atender a los heridos, por lo que pasados diez días tras el terremoto tenían capacidad total de prestar ayuda a los pacientes como se haría en el hospital destruido por el seísmo. Tres semanas más tarde comenzaron a construir los contenedores en los que a día de hoy siguen atendiendo a los pacientes. «Ya está decidido el lugar en el que se va a construir el nuevo hospital. Contará con 800 camas y se empezará a construir pronto», destaca el director sanitario.

​

Meltem Zateri, Muhammet Tekgezer y Sıtkı Sönmez son tres ejemplos de fortaleza, solidaridad y resiliencia, un reflejo del resto del pueblo turco. Cinco meses después, el país continúa trabajando para salir adelante tras una de las mayores catástrofes que han sufrido, demostrando que aún les queda mucho por vivir.

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

​

8_edited.jpg
Hospital_edited.jpg
Cierre_edited.jpg

Una excavadora recoge los escombros de un edificio caído | Clara Arias

El Hospital Central de Hatay provisional está construido con contenedores | Clara Arias

Un cartel con la frase "Hatay será bonita" colocado en la repisa de una ventana en Hatay | Clara Arias

bottom of page