En 75 años, desde la primera guerra árabe-israelí, no se había registrado tanta destrucción, violencia y muerte en la siempre convulsa Tierra Santa
En el cuarto mes de conflicto, la muerte de civiles en ambos bandos, pero sobre todo en Palestina, no cesa, al igual que los continuos ataques. Los atentados terroristas de Hamás en el sur de Israel el pasado 7 de octubre fueron el detonante de un avivamiento de la tensión entre ambos estados, la cual lleva décadas a punto de estallar.
EL ORIGEN DEL CONFLICTO
En el marco de la Primera Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña necesitaban el apoyo de los árabes para vencer a los otomanos, por lo que aprovecharon el anhelo de independencia del gran despertar árabe que prevalecía en la región de Oriente Medio. Al mismo tiempo que hacían proposiciones de independencia a los árabes, estos dos países se repartían los territorios del derrocado Imperio en diferentes zonas. El inglés Sir Mark Sykes y el francés George Picot se habían dividido la región en dos zonas bajo su influencia, en forma de “mandatos”. Como consecuencia, la “Gran Siria” se descompuso, Francia se quedaría con Siria y Líbano, y Gran Bretaña con Transjordania (actual Jordania), Iraq y Palestina.
Los ingleses tomaron el control de Palestina en 1917, aunque se oficializó en 1920, lo que produjo que la población palestina protestara contra el colonialismo inglés y su apoyo a la constante y agresiva migración sionista. Consecuentemente, entre 1946 y 1947, los británicos decidieron ceder el problema de Palestina a las Naciones Unidas: por un lado, debido a las demandas sionistas respaldadas en ese momento por EE. UU. y el problema del creciente terrorismo judío en Palestina que les empezó a tener también como objetivo; y por el otro, por una cada vez mayor presión árabe que exigía sus derechos y el cumplimiento de las promesas realizadas.
Según las autoridades de Tel Aviv, por los ataques de Hamás del 7 de octubre murieron al menos 1.200 personas y más de 200 fueron secuestradas. Sin embargo, estas cifras no se asemejan a los fallecidos y heridos palestinos, en total unos 24.000 debido los incesantes bombardeos israelís, según el Ministerio de Sanidad de Gaza.
Las condiciones de la guerra en la Franja hacen aún más difícil la compleja labor, propia de cualquier conflicto, de obtener información precisa, veraz y fiable del número de fallecidos. En un contexto tan violento es difícil conocer las historias que hay detrás de los datos. El Ministerio de Salud, que controla Hamás, es la fuente oficial y principal sobre las cifras de muertes en Gaza. “En todas las guerras contabilizar las víctimas es un desafío y en Gaza más aún”, refieren los analistas consultados.
Los bombardeos continuos e indiscriminados, explican, incluidos los cometidos sobre los medios de comunicación, la ausencia de periodistas extranjeros sobre el terreno o de personal humanitario del exterior, la interrupción de las comunicaciones y las fuentes de suministro, la caída de las infraestructuras y el colapso del sistema sanitario, llevan a mínimos la información disponible, pero también su verificación.
DIFICULTAD DE SUPERVIVENCIA EN GAZA
Desde que se inició el conflicto, los pasos fronterizos de Rafah, Kerem Shalom y Erez (los únicos que permanecían abiertos) cerraron, lo que deja a 2,3 millones de gazatíes aislados, incomunicados y sin suministros. Sin embrago, se llevaron a cabo acuerdos de alto al fuego, intercambio de rehenes y entrada de camiones con ayuda humanitaria que hicieron que estos pasos fronterizos se abrieran de nuevo.
Debido a los continuos bombardeos de las principales (y más pobladas) ciudades de la Franja de Gaza, miles de gazatíes se han visto obligados a residir en campamentos de refugiados, los cuales están desbordados ante la llegada masiva de familias.
Los ataques terroristas y otras crisis han marcado el flujo de aperturas y cierres en Gaza. En octubre de 2014, Egipto cerró el paso de Rafah tras un atentado suicida contra un puesto militar en el norte de la península del Sinaí. El cruce estuvo prácticamente cerrado los tres años siguientes y hasta 2020 no recuperó un ritmo similar al de antes, dejando a la Franja de Gaza aislada y sin suministros. En 2020, el confinamiento sanitario impuesto por la pandemia de COVID-19 se unió al bloqueo militar y el bloqueo político de Israel por la sucesión de repeticiones electorales para empeorar las condiciones de los habitantes de Gaza.
El cierre de los pasos fronterizos deja a los gazatíes como en una cárcel gigante, donde los alimentos y el agua potables escasean. A estas alturas del conflicto, funcionarios de la ONU estiman que serían necesarios al menos cien camiones diarios para paliar las necesidades más urgentes en Gaza, donde antes del estallido de la guerra el tránsito medio era de 450 camiones al día.
En agosto de 2023, por ejemplo, entraron en Gaza casi 80.000 camiones (78.970), con una carga total de la cual el 3% era ayuda humanitaria y el 97% restante formaba parte de transacciones comerciales, aunque dos de cada tres de esos camiones entraba por el paso de Kerem Shalom, fronterizo con Israel y cerrado el 7 de octubre tras los ataques. La mayor parte de esos camiones introducía en la Franja de Gaza materiales de construcción, consumibles no comestibles, además de alimentos, tanto para personas como para animales.
LOS HOSPITALES, LA DIANA DE LOS ATAQUES
Más allá del bombardeo en el hospital Al-Ahli, que causó cientos de muertos y heridos, la situación de los hospitales en Gaza es extrema. La asociación Insecurity Insight recopila información de ataques y violencia sobre centros médicos y hospitalarios de países en conflicto, tales como que desde el 7 de octubre hasta el día 15 (antes del cohete caído en el hospital Al Ahli), se han contabilizado 94 incidentes de violencia u obstrucción del acceso a centros médicos en territorio palestino y 16 incidentes en los que instalaciones sanitarias resultaron dañadas (quince en Gaza y uno en Cisjordania), aunque el listado no es exhaustivo ni todos los eventos han sido verificados de forma independiente. En ese mismo tiempo, también se han producido cuatro incidentes en territorio israelí, entre ellos en Tel Aviv.
UN FUTURO INCIERTO PARA PALESTINA
La guerra entre Israel y Palestina está lejos de terminar. Los bombardeos y las muertes de civiles y soldados no cesan, y un alto al fuego definitivo es cada vez menos probable. Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, declaraba hace unos días que se opone a la creación de un Estado palestino, lo que aleja todavía más la posibilidad de una paz y convivencia entre ambos territorios. Además, los ataques contra Cisjordania no paran de aumentar, lugar que hasta ahora había sufrido menos consecuencias del conflicto, al contrario que Gaza.
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